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Colonia Puente Colmo 2010
Por
Instituto Rafael A.
Publicado:
14 Enero 2010
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Un sueño, un llamado al compromiso, una familia detrás, unos ojos infantiles expectantes, una Capilla y un equipo. Estos eran los ingredientes que nos hablaban de la experiencia que esa tarde del 3 de enero comenzaba: Colonias Sonrisas Sin Fronteras, en Puente Colmo 2010.
En esta ocasión el sabor era especial, pues los ingredientes se iban a utilizar nuevamente en Colonia La Palma (del 8 al 17) y en Colonia Estadio Marista (del 11 al 19). Terminado el Envío en la Capilla del Colegio, comenzó el viaje a la ya conocida y querida Escuela de Puente Colmo, donde ya nos estaban esperando con los brazos tan abiertos como siempre, y un par de niños ya daban vueltas por la escuela. Así empezaba el "hacer camino al andar".

Después del tercer día, que fue agitado y cargado de emociones, de instalarse y ubicarse en el lugar, así como de reconocernos misioneros unidos en un corazón con las Colonias venideras, no nos quedaba más que dormir con la hermosa espera de recibir a nuestros niños al día siguiente. Ellos no se hicieron esperar, y en un número no visto antes, llegaron 140 niños y niñas a nuestros brazos y a nuestros corazones, entregándonos todo antes que cualquiera de nosotros les hubiera entregado algo. Pasaban los días escurriéndose en nuestros corazones, difuminando las horas y los días entre los juegos, los cantos, las comidas, las experiencias, los saltos, los besos, los abrazos, los ojos... íbamos entendiendo nuevamente esto de “Sonrisas sin Fronteras”. A mitad de las colonias nos reunimos para ver que estaba pasando por nuestros corazones, las lágrimas afloraban cargadas de sabor a amor, saladas de cariño que reflejaban en sí rostros y más rostros de niños. Nos dábamos cuenta que de ahí en adelante un día más de colonias, era un día menos con nuestros niños. Entre tanto, muchos de los papás de los voluntarios empezaron a visitarnos, amigos y otras personas; nos informaban del mundo y les mostrábamos como estaban. Muchos de ellos no entendían por qué dar una semana duchándose incómodamente, durmiendo en una sala de clases, comiendo no como se come en casa y en un mes donde todo nos dice que salgamos al encuentro del placer de las vacaciones. Y entonces el corazón respondía seguro y sin querer convencer a nadie, porque era él que convencido se satisfacía: son los niños, vale la pena estar acá. Y el último día, ha quedado la marca. En el escenario de la Escuela ha quedado la marca de Sonrisas sin Fronteras en esta historia de 5 colonias en 4 años, marca que se borrará probablemente con el pasar de los años, contrariamente como pasará con la marca que ha quedado en los voluntarios y en nuestros niños. El primer día reflexionábamos que teníamos que cambiar el mundo desde donde nos tocaba hacerlo, que el sueño había que hacerlo realidad. El último día maravillados con la fuerza y compañía que María y Dios nos dieron, contemplábamos la prueba concreta: se puede cambiar el mundo, el sueño se ha hecho realidad. La experiencia de colonias sigue en La Palma y en Quillota y en otros lugares que la Buena Madre nos regale, pero también sigue en la vida de cada uno de los que participamos porque sabemos que vale la pena, que da fruto.

El grito que el corazón hoy, entre los recuerdos brota, es que la sonrisa no se puede apagar, que sigamos con el sueño, en colonias y fuera de ella. ¿Cómo que no se puede cambiar el mundo ¿Cómo que una sonrisa no vale ¿Quién dijo eso Nosotros gritamos lo contrario.

V.J.M.J. y Ch.    

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