La despedida de los cuartos
medios continuó este miércoles 24 de diciembre con la
celebración de la última Eucaristía en la Capilla colegial, que
lucía hermosamente adornada. Fue oficiada por el Padre Enzo,
Capellán de Educación Media, quien en su homilía resaltó la
figura de Jesús como permanente compañía para los jóvenes.
"Déjense guiar por el Evangelio, porque ahora que salen del
Colegio, enfrentarán momentos difíciles en los cuales la Fe será
un soporte fundamental para ustedes".
Las alumnas y alumnos, ubicados junto a sus padres,
vivieron con emoción este encuentro con Jesús a través de la
Eucaristía, que se caracterizó por la participación de todos los
estamentos colegiales en los diferentes momentos de su desarrollo.
Queremos dejar testimonio del sentimiento de nuestros
alumnos, que fue expresado por el alumno José Ignacio Cabrera
Farías, quien en sus palabras resumió la estadía de su generación en
las aulas del IRA y dejó manifiesto el testimonio que padres y
educadores lo habían formado integralmente para ser discípulo y
misionero; en su estilo, con el anecdotario a
flor de piel, a continuación transcribimos parte del discurso de
José Ignacio Cabrera Farías, en el momento de agradecer a
Dios por lo recibido. Esto fue lo que nos dijo:
Hemos llegado al fin de un ciclo que resulta ser
de suma relevancia en nuestras vidas; una etapa maravillosa que
refleja el amor de nuestras familias y profesores en nosotros
mismos. Debemos agradecer a Dios por terminar esta etapa escolar
en nuestro querido Instituto Rafael Ariztía, acompañados de los
111 alumnos que mañana dejamos este establecimiento y que
conformamos la Promoción 2010.
En estos 12 años de mi
paso por el IRA, he crecido en lo físico, personal y en valores
que la educación marista entrega. Pero no sólo el colegio nos ha
visto crecer a nosotros, sino que nosotros también hemos sido
testigos de profundos cambios que han ocurrido en el colegio y
cómo éste ha ido evolucionando.
Cuando entré a primero básico junto a varios
compañeros en 1999, mismo año de la canonización de nuestro
Padre Fundador Marcelino Champagnat, nos tocó vivenciar el
sistema de la jornada completa durante 2 años. Fue sin duda un
cambio drástico y que, de no haber sido por la buena acogida de
las tías que con afecto recuerdo, seguramente no me hubiese
acostumbrado tan fácilmente.
El ingreso de las niñas el 2001 fue un hecho
que no dejó indiferente a nadie, menos a nosotros. Esto porque
tuvimos que aprender a convivir en un ambiente donde hombres y
mujeres compartimos de forma natural el día a día. Más si a
través de ellas vemos un reflejo de lo que nuestra Buena Madre
la Virgen María significa para los maristas.
Fuimos testigos en los años siguientes de cómo el
colegio se modernizaba en infraestructura y tecnología. Vimos asumir
al primer rector laico de nuestro Colegio. También partir a
profesoras y profesores emblemáticos. En primer lugar, estará
siempre vivo el recuerdo de nuestra querida tía Saidy Gómez, quien
desde el Cielo nos sigue acompañando y animando. Y otros profesores
que han marchado de esta institución por haber cumplido un ciclo de
servicio ligado a la educación de jóvenes. Por nombrar algunos y
algunas: tía Paty Peralta, tía Chepita, Sr. Carlos Quiroz, Sr. Rubén
Araya
Ser parte de la promoción del Bicentenario no hace
más que llenarme de orgullo. Este 2010 no ha sido un año fácil para
Chile, han ocurrido hechos que dejarán huellas imborrables en
nosotros y que nos obligan a asumir un mayor compromiso con nuestra
sociedad y nuestra patria. Mismo compromiso que demostró nuestra
Promoción 2010 con el colegio, reflejado en múltiples actividades e
instancias de participación: La Banda, el Centro de Alumnos, el
Huracán Amarillo, la Semana Marista, grupo Scout, grupos pastorales,
experiencias solidarias.
Y dentro de estas últimas quiero mencionar dos que se
llevaron a cabo este año. Primero, la Semana Hospitalaria, que nos
permitió conocer más de cerca una realidad dolorosa y de
sufrimiento. Segundo, la experiencia de construir casas en el Villa
Prat, que nos produjo un gran enriquecimiento personal, por lo que
significó compartir con nuestros hermanos que aún viven el dolor de
una tragedia que hizo sentirnos más chilenos y más solidarios.
Haber vivido estas experiencias, sumado a la
formación que hemos recibido son las herramientas que nos van a
permitir enfrentar el mundo de verdad, en el que cada uno va a
emprender su propio rumbo, luchando por los bellos ideales, tal
como recita el himno de nuestro Instituto, para así poder alcanzar
las metas que nos propongamos. Y en este sentido, el carisma
marista ya lo tenemos impregnado y quedará para siempre en nosotros,
haciendo que nos sintamos verdaderamente Maristas de alma y
corazón.
Por todo esto es necesario dar las gracias. En primer
lugar a Dios por darnos la vida y por las oportunidades que nos
brinda. A mi familia, que no se equivocó en la elección de este
colegio hace ya 12 años, y que me apoyó en todo momento. A los
profesores, profesoras, tíos y tías, porque sin su esfuerzo,
dedicación y, por sobre todo, paciencia, los frutos de nuestro
trabajo no habrían sido los mismos. También a todos quienes componen
la comunidad educativa del Instituto Rafael Ariztía, partiendo por
el Rector y el Consejo Directivo, los hermanos maristas, los
administrativos y auxiliares, porque cada uno, desde su propia
función, hace más grande nuestra institución.
Finalmente, quiero agradecer de forma muy especial a
ustedes, compañeros de generación, con quienes crecí, aprendí y pude
compartir estos años de colegio. Ustedes fueron los responsables de
tantas alegrías y satisfacciones, pero también de tristezas y
preocupaciones. Todas emociones vividas que me hicieron crecer como
persona, al aprender a valorar la amistad como un regalo de Dios.
Ahora no queda más que despedirnos del colegio que
nos acogió durante estos años. Sin embargo, para algunos, ésta no va
a ser una despedida definitiva, ya que podremos seguir ligados al
IRA como exalumnos y, más adelante, como apoderados. Y es que al
final, queremos que más que un adiós sea un hasta pronto.
En lo personal, deseo profundamente estar presente
en la conmemoración de los 100 años del Instituto, el 2014, y poder
reencontrarme con muchos de ustedes, permitiendo que el colegio siga
siendo el vínculo que mantenga vivas las amistades que aquí se
forjaron. Que sigamos por siempre en compañía de Jesús, María y
Champagnat.
En la parte final de la Eucaristía, nuestro Rector
Claudio Arellano C. y el Hermano Feliciano Ortega, Superior de la
Comunidad de Hermanos Maristas, entregaron a cada uno de los alumnos
la insignia Marista, como testimonio de su paso por la aulas del
querido Instituto Rafael Ariztía.Concluida
la hermosa y solemne Eucaristía, los egresados junto a sus familias
fueron invitados por el Centro de Exalumnos a pasar al Salón de
Actos para hacerles entrega de un diploma de egresados y, a las
damas, también una flor. Después de este sencillo acto, todos
participaron de un vino de honor en el patio de Media Superior.
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