Un 6 de Junio de 1840, fallecía en la casa de Le Hermitage, nuestro Padre Fundador, San Marcelino Champagnat. 173 años después, la Comunidad Marista del Instituto Rafael Ariztía, le rindió homenaje con una multitudinaria Eucaristía en el Gimnasio del Colegio.

Con esta Eucaristía, que fue presidida por el Padre Felipe Lizama, se celebró Corpus Cristi y se dio inicio a la semana de celebración de Nuestro Fundador, la cual constará de varias actividades y que culminará el sábado 8 de Junio con una Eucaristía en la Capilla San Marcelino del sector de Los Almendros.

A su vez, en la misa de ayer, se bendijo la imagen de la Buena Madre, la cual será la pieza fundamental del Rincón Mariano que se construirá en el Estadio Marista con motivo del Centenario de nuestra Institución y que será un lugar de oración y encuentro.

La Buena Madre tendrá su lugar provisorio en la Capilla del Colegio, donde podrá ser visitada por la Comunidad a la espera de su traslado final al Rincón Mariano.

En sus palabras de saludo final, nuestro Rector manifestó su alegría por la gran asistencia y se refirió a la bendición de la imagen de la Buena Madre con estas palabras, basadas en escritos del Hermano Agustín Carazo.

La que el sacerdote acaba de bendecir es una estatua de María que el Padre Champagnat tuvo consigo y que lo acompañó durante el nacimiento y crecimiento de la Congregación de los Hermanitos de María. Hoy se puede considerar con todo derecho como “la Virgen del Padre Champagnat y de los Maristas”. Es la estatua de María, “nuestra Buena Madre”.

La original e histórica – que se conserva actualmente en la sala del Consejo General, en Roma – es una estatua de yeso, policromada con gran paciencia y maestría. Mide 0,75m. de altura y representa a la Virgen María como MADRE, con el niño Jesús dormido en los brazos y el gesto tan infantil de “chuparse el dedo”…Se puede afirmar que es una lograda expresión plástica del Salmo 130. En él, para motivar nuestra confianza ilimitada en el Señor, el salmista recurre a una imagen muy familiar: “Señor, mi alma está en mí como un niño / como un niño pequeño en brazos de su madre”…En esta imagen contemplamos a Jesús niño, tranquilo y confiado, en actitud de total abandono en el regazo materno. Se diría que nada teme “porque está con su madre” – el “abandono filial” – fue una de las fundamentales de Marcelino en relación con la Virgen María.

Esta estatua es una réplica hecho por artesanos mexicanos, que mide 72 cms. de altura y su material es fibra de vidrio.

Los invito a compartir el mejor pensamiento mariano del Padre Champagnat, que se encuentra en una carta dirigida a monseñor Pompallier en 1838: “Sin María no somos nada y con María lo tenemos todo, porque Ella tiene siempre a su adorable hijo Jesús entre los brazos o en su corazón”.

Sin embargo, este amor a María no es idolatría. El Padre Champagnat dice; Con María lo tenemos todo: ese todo es Jesús. Por eso, en sus cartas suele aparecer el binomio Jesús y María: “Les dejo en los sagrados corazones de Jesús y de María. Por ello, se puede considerar que la espiritualidad de Marcelino es cristocéntrica y mariana.. De allí surge el espíritu Marista cuyos componentes son cuatro: Espíritu de sencillez, espíritu de familia, espíritu de trabajo y espíritu mariano.