Al terminar la misa, bailamos con gozo “una patita de cueca” que nos recordó el amor a Chile que llevamos en nuestro corazón y nos animó a vivir con alegría el mes de la patria. Luego, partimos al estadio Marista, lugar donde compartimos la mesa y jugamos como niños.

Fue una instancia de celebrar la vida y gozar con la familia, disfrutando de un hermoso día.