Se ha iniciado este mes de agosto, tiempo especial en
que la Iglesia Chilena de manera especial nos hace
presente en nuestros corazones la figura del Padre
Hurtado, quien nos invita a vivir el servicio al prójimo
a través de sencillos gestos como saludar con
amabilidad, brindar una sonrisa o hacer algo por un
hermano.
Durante este año la Misión Continental nos
llama a hacer de Chile una mesa para todos y, el XXI
Capítulo General Marista nos invita a compartir la
mesa, ensanchar la tienda y con María, salir deprisa
a una nueva tierra.
Las motivaciones anteriormente señaladas
han sido potentes en nuestra comunidad educativa
marista, especialmente tras el terremoto de febrero.
Podemos afirmar que se han ido haciendo carne, vida en
muchos niños, jóvenes, padres, profesores,
administrativos, auxiliares, directivos y hermanos
maristas de nuestro colegio. Ello nos llevó el sábado 7
de este mes nuevamente a Villa Prat. Esta vez, se trató
de ir a forrar cinco mediaguas que nos fueron asignadas
por la municipalidad del sector.
El grupo de voluntarios se constituyó a base de 20
jóvenes de terceros y cuartos medios, 10 profesores y
profesoras, un apoderado del Grupo Scout del colegio,
tres exalumnos y tres maestros de la empresa R. Mena.
Sin duda lo medular de esta experiencia de servicio fue
el contacto con las personas dueñas de casa, en general
ancianos o ancianas solos, o familias muy humildes,
quienes se emocionaron y agradecieron a los jóvenes el
acordarse de ellos. Algo tan sencillo como hacer una
puerta de entrada a su terreno para la señora Irene, o
limpiar completamente la mediagua que forró el grupo que
atendió a don Ramón, fueron momentos emotivos tanto para
ellos como para los voluntarios. No faltó
la dueña de casa quien compartió de su propio pan,
haciendo una cazuela de ave o preparando algo especial
para alimentar a los maestros. Vivencias que tras
culminar, alrededor de las 18:00 horas del sábado y
comenzar el retorno, penetraban profundo en nuestros
corazones y nos dibujaban una sonrisa en el rostro de
auténtica alegría y agradecimiento a Dios, por haber
tenido la oportunidad de servir a un hermano.
No cabe duda que, el caminar del colegio en este año en
el servicio, abre un horizonte para soñar un colegio en
Pastoral Solidaria que signifique vivir experiencias que
conviertan nuestras vidas.
Agradecemos desde esta página a todos los voluntarios,
particularmente a quien nos facilitó el transporte de
los materiales y a los maestros del Sr. Rafael Mena,
también a quienes no pudieron ir, pero que sabemos
habrían renunciado a mucho por estar allí. Y en general
a toda la comunidad educativa del IRA.
Estamos atentos para volver a salir deprisa, con María.
¡Hay muchas tierras nuevas que nos esperan!