Nos acercamos a una fecha que trae a nuestra memoria
muchos sentimientos y diversas experiencias de vida. El
olor a romero y a palma, las manos que reflejan el
trabajo con la hoja de olivo, nos sumergen en la Semana
Santa.
Las tradiciones se mantienen, porque los hombres las
necesitan. Les recuerdan grandes hitos de la humanidad.
Y para los cristianos celebrar el Domingo de Ramos es
parte de nuestra vida de Iglesia en el mundo de hoy.
Es muy gratificante ver a nuestros
jóvenes adornando su patio, a los profesores trabajando
codo a codo con ellos por crear el ambiente adecuado
(gracias profesores Miguel Orrego y Juan Carrasco) y
verlos representar la entrada de Jesús a Jerusalén
(gracias encargados de Pastoral de cada curso).
Si cada uno de los ramos que hicimos con
mucho esfuerzo y dedicación esta mañana se levantan el
Domingo para alabar a este Jesús triunfante, les aseguro
que el Pueblo de Dios se hará presente con la fuerza que
lo ha caracterizado en su historia, para decir que Jesús
hoy vive con más fuerza que nunca en nuestros corazones.