El verbo revivir, especialmente ad portas de la Semana
Santa, es fundamental para poder entender todos los
ritos, oraciones y cantos de este significativo tiempo
para todo cristiano y en especial para un colegio
confesional como el nuestro.
Revivir, que no celebrar; presente,
que no pasado, es el tenor que hemos querido
enfatizar en esta semana, que partió el día viernes 26
en los patios de Educación Básica y Educación Media
Inicial y que ha continuado el lunes 29 con ramos y
cánticos de este pueblo que aclama al Señor a través de
los alumnos de la Educación Media Especializada, y
también los más pequeñitos de la Sección Inicial.
Mirar los rostros de los pequeños alzando
sus voces y sus ramas de olivo, palma y romero es llenar
nuestro corazón de alegría, de fe y de esperanza. Ver a
los niños y jóvenes confeccionando algo torpemente ramos
para llevar a sus iglesias y para testimoniar su
creencia, es sobrecogedor. Y ver a los jóvenes de la
Educación Media Especializada orando, mirando a este
Jesús del Sagrado Corazón que nos recibe en la Capilla y
que nos observa expectante, uno a uno, como el Padre que
está atento y vigilante por cada uno de sus hijos, es
sentir que en este mundo la espiritualidad está viva y
germina día a día en el alma de cada niño y joven.
Como educadores maristas nos preguntamos
cuánto de valórico y espiritual les estamos brindando a
nuestros alumnos. Cuánta vivencia de lo cristiano
trasciende desde nuestras personas hacia ellos.
Éste es un aspecto que no podemos medir con una prueba
coeficiente 2 o no podemos cuantificar objetivamente. Lo
medirá sólo la vida, la donación al otro, la mirada de
fe hacia la realidad, la resiliencia frente al dolor, la
bondad en el corazón; en fin, los innumerables actos
ante los cuales el Señor dirá: ¡Bien, has cumplido con
lo que te pedí, pues tu corazón se llenó de Mí!.